Cada vez más niños acuden a la consulta del ortodoncista u odontopediatra por problemas en la oclusión dental; al ORL por obstrucción en la respiración nasal, o al logopeda por masticación ineficiente, hipotonía muscular, hábito de respiración oral, deglución disfuncional…
El sistema orofacial desempeña una serie de funciones: respiración, succión, deglución, masticación y habla. La respiración, succión y deglución son acciones innatas del ser humano, en cambio la masticación y el habla son aprendidas. Dichas funciones trabajan de forma conjunta y coordinada e influyen significativamente en el crecimiento facial; de tal modo que, si una sola función se ve alterada, afectará en mayor o menor medida al resto, pudiendo repercutir en el desarrollo orofacial.
La Masticación es la función que se encarga de la preparación del bolo alimenticio para trasladarlo al esófago. Están implicados diversos grupos musculares coordinados para la preparación del alimento. Son cuatro pares de músculos, junto con la mandíbula.
Se inicia con la incisión, que supone la extracción y posicionamiento del alimento, en la que intervienen los incisivos centrales y laterales, participando fundamentalmente, los músculos maseteros y pterigoideos mediales comenzando con la secreción salivar. La trituración es la transformación del alimento en fragmentos más pequeños que se mezclan con la saliva. Intervienen los premolares y molares por acción del músculo temporal y una contracción alternativa de los músculos pterigoideos de ambos lados. El movimiento determinante es el de rotación mandibular (apertura y cierre bucal). La pulverización es la transformación del alimento en partículas.
La masticación (De Toro, F.J. y Suárez, J., 2004), es una actividad motora compleja que depende de características personales y de los alimentos que se mastican. Predominan los movimientos de descenso, ascenso y lateralidad de la mandíbula.
Según Manns, A. y Díaz, G. (1992) La función masticatoria ideal desde el punto de vista fisiológico es la masticación bilateral, ya que estimula todas las estructuras de sostén dentario, favorece la estabilidad de la oclusión y la higiene dental, establece patrones electromiográficos bilaterales de la musculatura mandibular y estimula el desarrollo simétrico máxilo y craneofacial. Este patrón de masticación se obtiene cuando hay armonía morfofuncional entre los diferentes componentes del sistema estomatognático y existe salud biológica del sistema. Del mismo modo, favorece la apertura y cierre de la trompa de Eustaquio, la ventilación del oído medio y el drenaje de las secreciones.
En cambio, durante la masticación unilateral trabajan únicamente las estructuras del lado de masticación, impidiendo en el lado inactivo el desgaste fisiológico de las cúspides dentarias. Esta masticación se genera cuando existen restricciones unilaterales condicionadas, por ejemplo por la presencia de dolor en la articulación temporomandibular, enfermedad periodontal, caries, ausencia de piezas dentarias, adaptación frente a interferencias oclusales o contactos prematuros.
El Habla es una función que no posee órganos propios, sino que se produce por medio de órganos que pertenecen al sistema orofacial, lo que significa que las praxias alimentarias (movimientos masticatorios y deglutorios) son el soporte fisiológico del habla.
Según Morrakow y Mourge-Azcoaga, “gracias a la acción de mamar, gritar, tragar, respirar, se diferencian la sensibilidad de la mucosa y de los músculos de la cavidad bucal, y más tarde de la laringe; iniciándose así los primeros ensayos de lenguaje articulado”.
“La articulación de los sonidos del habla se vincula con el desarrollo y la maduración del sistema Miofuncional oral, y con las otras funciones neurovegetativas de respiración, succión, masticación y deglución” (Camargo, CH., 2002).
La Fonoarticulación se produce gracias a la cavidad oral (dientes, labios, mejillas, lengua, paladar duro y blando), faringe, laringe, nariz. La producción de los fonemas depende de la conformación anatómica de estas estructuras, así como de su movilidad.
Un estudio sobre la “evaluación e incidencia de las alteraciones masticatorio-deglutorias en los trastornos instrumentales del habla” (E. Marta Patricia. RevMOF 2013 Ene-Abr; 4 (1): 375-407), concluye que de 132 niños evaluados, con edades comprendidas entre los 4 y los 8 años, el 92% presentó alteraciones instrumentales del habla y de la función masticatorio-deglutoria. En la entrevista con los padres de los niños evaluados, detectaron que el 100% de los niños que recibían dieta basada en alimentos de consistencia blanda (que no requieren prácticamente movimientos ni esfuerzo masticatorio), manifestaron dificultades en la masticación. El 42% de aquellos que recibían una dieta basada en alimentos de consistencias variadas presentaban igualmente dificultades para masticar, debido a maniobras facilitadores como cortar los alimentos en trozos muy pequeños, usar líquido para propulsar el alimento, poco tiempo empleado para comer o ahogos frecuentes al tratar de tragar una porción no masticada.
Por tanto, se concluye que existe una correlación entre los trastornos instrumentales del habla y de la función masticatorio-deglutoria.
Una dieta basada en alimentos de consistencia dura, favorece la trituración contribuyendo a un adecuado desarrollo máxilo-dentario y de la funcionalidad respiratoria, auditiva y articulatoria.
Papás y mamás hay que volver al bocadillo de pan, pan.
Os dejamos con un vídeo de la Junta de Andalucía que ofrece pautas sobre cómo enseñar a los niños a comer e introducir alimentos nuevos de diferentes consistencias
buenos días soy terapista de lenguaje y estoy haciendo mi tesis y necesito saber que autor ha publicado este documento sobre La masticación en los niños y su habla ¿Existe alguna relación? no sale quien lo publico necesito urgente muchas gracias